Extracto
Imaginería fílmica
“Eppur si muove” —y sin embargo se mueve—, fueron las palabras inmortales que pronunció Galileo cuando la iglesia le prohibió promulgar su teoría heliocéntrica por medio de un tribunal de la Santa Inquisición, hace tanto años atrás. No existe una mejor frase para reusar cada que se observa a personas consumir cine en cualquier de sus formatos —salas de cine, plataformas de streaming, descargas de las web o cualquier otro antiguo todavía disponible en colecciones privadas como el DVD o el VHS—, no como una sentencia al consumismo, a veces exacerbado hacia ciertas tendencias, que promueve la industria, sino al sesgo detrás de cámaras de la sociedad, aquel que transmuta y permuta en ideas, conceptos e imaginería que con tanto ahínco, en ocasiones sin saberlo, absorbe.
Es notable la presencia del cine dentro de una sociedad, ésta convive con él, lo ve, lo disfruta y, en más de las veces, el cine genera, cambia y exige puntos de opinión. Es una gran empresa que genera ganancias multimillonarias, una forma de entretenimiento de las más solicitadas por el público de todas las edades, pero más importante aún son dos factores: como medio de comunicación es uno de los más útiles, si no el más eficaz, para atrapar masas. Y por supuesto, es el único medio que además de ciencia, industria y entretenimiento, es arte, como tal, un medio de expresión que permite generar empatía con el público, una penetración profunda que hará del observante un ente simbiótico enajenado con factores culturales e idiosincráticos capaces de alterar a la sociedad en generaciones que pugnan por una identidad propia. Sobre todo en la actualidad, donde el asunto generacional ha cobrado una importancia no vista con anterioridad.
El éxito del cine se debe a un factor importante, y lo ha sido desde sus inicios, que es su universalidad, ya que no requiere conocimientos especializados para verlo, disfrutarlo, haciéndolo asible a cualquier persona que tenga ánimos de verlo.
Sin embargo, en cierta medida, es partícipe de su propia desvalorización que sufre como industria y arte, ya no tanto porque el público así lo desee, sino porque el mismo film tiene la característica de ser inasible, estamos sujetos a una serie de luces y sonidos que mantienen nuestra atención en un periodo corto de tiempo, se nos presenta una historia bien estructurada que nos hace compenetrar y ser, hasta cierto punto, parte de ella, ¿cómo es esto? muy simple, la pantalla, las imágenes, las historias que se cuentan te atrapan, el gran espectáculo que ofrece el cine impide, la mayoría de las veces, hasta para los cinéfilos más experimentados, ver más allá de ese sentimentalismo que nos transmiten las películas dramáticas; la ostentosidad del cine de acción y ciencia ficción; el suspense y terror de las películas de… terror. Así, es difícil tratar de ver desde otra perspectiva que no sea la de un simple entretenimiento, ver más allá de la pantalla, al trasfondo del film, el por qué y para qué se hizo la película, o bien, cómo está hecha. El espectador debe aprender a desligarse de esa magia inherente del cine, comprender que puede tener muchos adjetivos, pero no el de la inocencia.
El libro ensayístico Imaginería Fílmica, representaciones ideológicas, educativas y culturales es una antología de diversos autores y autoras cuyos intereses radican en el impacto social del quehacer cinematográfico, con sus diversas ramificaciones, en la actualidad. Apuntes y narrativas versátiles que buscan cimentar en el lector parámetros de los cuales asirse si se quiere entender mejor el proceso de comunicación entre la pantalla y el espectador.