Pourquoi j’écris? / Prólogo Grietas Invisibles
“Antes los indios miraban de noche el cielo oscuro y bien oscuro que era ese cielo. Todo negro. Voy a contar la sencilla historia del nacimiento de las estrellas”.
Clarice Lispector, Comment sont nées les étoiles, París, Des Femmes/A. Fouque, 2005
Escribir y retratar la realidad es similar a llevar una brújula en la mano izquierda y una granada sin espoleta en la derecha. Tarde o temprano, la onda expansiva te alcanza, aflora tus emociones sin rumbo y supera lo que redactaste.
Nunca se pierde el horizonte, no importa qué escribas, sea el género literario de moda o una corriente infravalorada por los ídolos de barro, se trata de escribir y ya. Vas a desgastar sinónimos, oxidar adjetivos, pulir signos de puntuación, harás gárgaras con la sintaxis y escupirás la gramática porque quieres imponer tu estilo; no cabe el error, pero sí el satánico editor, primero ángel, después tu infierno. No te enganches.
Letraria Editorial apuesta a la búsqueda de valores literarios. Rescata la idea romántica de facilitar la publicación de textos narrativos, pero con estricto apego a garantizar un producto de calidad para los lectores, a ellos nos debemos, por eso escribimos. Su editor general, Aramis Franco, no descubre el hilo negro sobre cómo transportar tu obra al papel o la pantalla digital, su valioso aporte se capitaliza a convertirse en la primera empresa editorial mazatleca que combina edición, corrección de estilo, maquetación, impresión, distribución, inteligencia artificial, marketing digital, social media, identidad corporativa, “booktrails”, “press media” y presentación del producto final, es decir tu libro.
Elle escritorx (haciendo uso del lenguaje inclusivo para referirme a un hombre, mujer o la Comunidad LGBTTTIQ+), se inspira en su entorno o experiencias personales para escribir. Los participantes engendran textos basados en el maltrato intrafamiliar, homofobia, feminicidios, secuestros, asesinatos, mutilaciones, narcotráfico, que dan cuerpo y forma al título “Grietas Invisibles”.
Cuando México llore lo suficiente, probablemente será un país más pacífico. La República Mexicana tiene tapadas sus glándulas lagrimales, es a través de la literatura como los ojos se humectan ante las terribles lagañas políticas y sociales que desbordan el aturdido párpado prejuicioso que intenta cegarnos con su maliciosa membrana epidérmica.
En 1998 pongo un pie en la primera redacción que me engulle como su larva, aquel kaijū de ocho cabezas segrega sobre mí insípida existencia lo que más tarde se convertiría en una herramienta clave para escribir: la capacidad de asombro. ¿Cómo la cultivas? Con la lectura. ¿Se puede convertir en un titán? Sí. ¿Y qué necesitas? Crear tu estilo. ¿En cuánto tiempo se hace eso? Tus lectores te lo dirán. Para el 2006, llega el bautizo del reportero: cobertura de balaceras, tronar casas de seguridad, fotografiar fosas clandestinas, describir hieleras con cuerpos desmembrados, encostalados en puentes peatonales; mirar a decenas de niños y niñas ser evacuados de su escuela porque un grupo armado ingresa en las instalaciones, mientras tú grabas con el teléfono celular el momento en que un helicóptero vuela casi a la altura del techo del plantel mientras te encomiendas a Kaio-sama. ¿Esto es real? Sí.
La indiferencia y la discriminación es más doloroso, mata lentamente tu corazón hasta convertirte en eso que no quieres ser, una estadística más. Quienes escriben en esta antología tienen una tremenda capacidad de asombro, no exageran porque la realidad supera a la ficción. Son como aquel infante de la ciudadela, en el Netherland de Joseph O’Neill, que acontece una noche en una embarcación y lo abruma un terror que jamás había sentido cuando mira hacia las estrellas: “Yo era solo un niñito, sobre un barco en el universo”.
Los bebés tienen una increíble capacidad de asombro, la psicoanalista, Florence Guignard, piensa que las pulsiones epistemofílicas, es decir, el conocimiento a través de las emociones, puede existir desde el nacimiento. Como ejemplo, cita a un bebé que durante los primeros 120 minutos de su existencia, mientras despierta progresivamente, escucha, mira a su alrededor, con impresionante atención, incluso consigue girar la cabeza para agrandar su espectro de visión. Y por primera vez, en su vida, sólo después de dos horas, duerme fuera del útero.
Redactar una crónica es contar a detalle lo que sucede, ser claridoso en tu descripción, no abusar de lo subjetivo en las emociones, pero sí calcar lo que transmite el ambiente, los personajes. Es jugar al pintor sin lienzo ni pintura, solo con símbolos.
Letraria Editorial contempla la proximidad entre lectores y escribanos con plumas lozanas, de indóciles tintas para trasgredir sentimientos a puro golpe de teclado o pantalla de celular, los formatos cambian, el estilo madura.
Mientras redacto el último párrafo del prólogo, son las seis cuarenta y tres de la tarde, el termómetro digital marca 32 grados centígrados con una humedad del 72 por ciento. La piel del rostro se irrita por el calor, abandono el estudio para refrescarme la cara bajo el chorro de agua en el baño y por la ventana veo a un perro llevando una cabeza humana en su hocico.
“Existe… porque lo escribí… y porque lo lees”, Jorge F. Hernández. Escritor.
Tres de diciembre del 2018. Madrid, España.
Samuel Parra, primavera, 2024.
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Samuel Parra
Samuel Parra es Escritor, Ensayista y Promotor Cultural. Ha publicado ocho libros. Sus obras han sido premiadas en La India, Colombia, Perú, Chile y Estados Unidos. En el 2022 fue nombrado Embajador Cultural por la municipalidad de Margarita Bolívar, en Colombia. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Sinaloa, Master en Literatura Mexicana Contemporáneo por la Universidad Autónoma Metropolitana. Actualmente colabora con la Universidad de Tours, en Francia y la Universidad Humboldt de Berlín, en el área de investigación académico literaria. Forma parte del Sistema Nacional de Salas de Lectura, donde genera proyectos comunitarios para el esparcimiento de este hábito. En Tiktok, Instagram y Facebook pueden seguirlo como “Nono El Cerdito Lector”, donde recomienda libros y autores, a través de un peluche que colabora con el Fondo del