Elí A. López
Ensayista y cuentista
Me gusta leer, me gusta tomar, me gusta la música de banda sólo cuando molesta a extranjeros que se quieren adueñar de mi ciudad, es más bien poco lo que disfruto de la playa y, aún así, puedo decir que soy oriundo de Mazatlán.
No sé qué día de la semana era ni tampoco la posición de los astros, no sé si llovía o el cielo estaba despejado; lo que sí se es que eran las 11:55 de la noche cuando nací. El 15 de octubre de 1992, para ser más exactos. Hijo de maestros, tuve que lidiar con dos padres siempre atareados y fueron los mundos ajenos los que me cobijaron. Ah, pero no porque mis padres no lo intentaran, sino que cuando lo hacían yo prefería ir destapado. Rebelde desde antes que octubre en 1992 declarara el día 16.
Fueron caricaturas y videojuegos los que alimentaron mi imaginación hasta bien entrados los años adolescentes. Había muchos libros en casa, algunos incluso yo los había pedido como regalo, pero se sentían lejanos, como ajenos. Leer no era el pasatiempo favorito en mi casa. Y, sin embargo, de alguna manera se arraigó en mí. Me gusta pensar que fue fruto de la misma rebeldía. Y entonces las letras fueron las que reordenaron los terrenos de todo el imaginario. Las palabras brotaban como un manantial que yo bebía como un perro sediento. Ya nunca las dejé.
De alguna manera me las ingenié para alinear a las letras mi elección de carrera. Bueno, la segunda carrera (de la primera mejor no hablamos —Administración hotelera y turística—). Siendo Licenciado en Psicología y Maestro en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma de Sinaloa, publiqué mis primeros escritos académicos entre 2018 y 2024. Mas no fue el primer texto que tuve el valor de publicar. Desde 2013 se puede leer El río de agua turbia, publicado en la primera edición de “Retazos, bosquejo de once escritores (y un ilustrador)”. A saber, una segunda edición del mismo fue publicada este año por Letraria Editorial. Y hablando de Letraria, es gracias a ellos que he podido seguir este camino, que más parecen las brasas de un faquir, de convertirme algún día en escritor. En los índices de “Imaginería fílmica” y “Nivel Nueve” de la misma editorial también he podido leer mi nombre.
Soy escritor. Soy de Mazatlán. Soy psicólogo —juro que es casualidad escribir esto en 20 de mayo—. Soy maestro y me gusta radicalizar a mis alumnos con teorías chairas. Soy Elí, ¿qué tal?